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Cuidar plantas de interior no es solo regarlas y darles un rincón con luz. El secreto para que se vean verdes, con hojas fuertes y flores abundantes está en los nutrientes. Muchas veces, el sustrato de una maceta se agota rápido y deja de aportar lo que la planta necesita. Ahí entra en juego el fertilizante. La pregunta clave es: ¿cuál es el mejor fertilizante para plantas de interior?
En Burgos Salaverry, especialistas en insumos agrícolas, hemos preparado una guía práctica para elegir y aplicar el fertilizante correcto, tanto para profesionales de viveros y agricultores como para particulares que quieren ver sus plantas más sanas.
Tipos de fertilizantes para plantas de interior
Fertilizante líquido
Se mezcla fácilmente en el agua de riego.
Absorción rápida por las raíces.
Ideal para orquídeas, plantas con flor y especies delicadas.
Perfecto para controlar dosis con precisión
Consejo: aplícalo siempre con agua no muy fría, porque la planta lo asimila mejor.
Fertilizante granulado
Libera nutrientes poco a poco durante semanas.
Se aplica sobre la superficie del sustrato o enterrado ligeramente.
Muy útil para plantas grandes como ficus, monsteras o palmeras de interior.
Ejemplo: un abono de liberación lenta tipo NPK 14-14-14 puede mantener nutrida una monstera durante 2–3 meses.
Fertilizante orgánico
Hecho a base de compost, estiércol o humus de lombriz.
Mejora la textura y vida microbiana del sustrato.
Favorece un crecimiento más equilibrado y menos agresivo.
Extra: aporta materia orgánica que ayuda a retener humedad, muy útil en macetas pequeñas.
Fertilizante mineral o químico
Combinación exacta de nitrógeno, fósforo, potasio y micronutrientes.
Acción rápida cuando la planta muestra deficiencias.
Disponible en fórmulas específicas (para cactus, para plantas de flor, etc.).
Ejemplo: un fertilizante líquido NPK 3-6-9 para violetas africanas estimula la floración en pocas semanas.
Diferencias entre fertilizante líquido y granulado
Característica | Líquido | Granulado |
---|---|---|
Velocidad de absorción | Muy rápida | Progresiva |
Duración del efecto | 1–3 semanas | 2–3 meses |
Control de la dosis | Muy preciso | Menos preciso |
Aplicación | Disuelto en riego | Espolvoreado o enterrado |
Uso recomendado | Plantas delicadas y pequeñas | Plantas grandes, menos mantenimiento |
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ABOLIVA Cristal 15-15-15
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Cómo aplicar fertilizante correctamente
Elige el fertilizante adecuado según la especie y etapa (crecimiento, floración, reposo).
Sigue siempre la dosis recomendada en la etiqueta. Más no es mejor.
Riega antes de abonar si el sustrato está muy seco, para evitar que las sales quemen raíces.
No fertilices en invierno, salvo excepciones como cítricos en interior que siguen activos.
Alterna orgánico y mineral: un ciclo con orgánico para mejorar suelo y otro con mineral para respuesta rápida.
Señales de que tu planta necesita fertilizante

Saber interpretar el “lenguaje” de tus plantas es clave para actuar a tiempo. Estos son los síntomas más comunes de deficiencia nutricional:
Hojas amarillas (clorosis por falta de nitrógeno): el nitrógeno es responsable del verdor de la hoja. Cuando escasea, las hojas más viejas se vuelven amarillas de forma uniforme mientras las nuevas siguen verdes. Se confunde a menudo con exceso de riego, pero la diferencia es que la nervadura también se aclara.
Bordes marrones o secos (carencia de potasio): aparecen primero en las hojas más viejas. El potasio regula el equilibrio hídrico y la resistencia a enfermedades; sin él, los bordes parecen “quemados” aunque la planta esté bien regada.
Hojas nuevas muy pequeñas o deformes (déficit de fósforo o micronutrientes): si las hojas nuevas salen más pequeñas de lo habitual, retorcidas o con manchas moradas, suele indicar falta de fósforo o de micronutrientes como zinc y manganeso.
Crecimiento detenido pese a buena luz y riego: si la planta se queda estática, sin producir brotes nuevos en temporada de crecimiento, probablemente el sustrato ya no tiene reservas de nutrientes.
Floración escasa o nula: en especies que deberían florecer (anturios, violetas africanas, hibiscos), la ausencia de flores es signo típico de falta de fósforo y potasio.
Consejo extra: si riegas con agua dura o calcárea, es frecuente que aparezca clorosis férrica (hojas amarillas con nervaduras verdes). En ese caso, incorpora fertilizantes con hierro quelatado para corregir el problema.
Nutrientes clave en los mejores fertilizantes
Cada nutriente cumple una función concreta. Un error frecuente es abonar solo con NPK y olvidar los micronutrientes.
Nitrógeno (N): esencial para el crecimiento vegetativo. Estimula la producción de clorofila, hojas grandes y tallos vigorosos. Sin él, la planta se debilita rápidamente.
Fósforo (P): fundamental en etapas de enraizamiento y floración. Favorece raíces profundas, flores más grandes y semillas viables.
Potasio (K): regula la apertura de estomas y mejora la resistencia contra plagas, sequías y hongos. También mejora el color y tamaño de flores.
Calcio: mantiene la rigidez de paredes celulares, previene necrosis apical (manchas marrones en hojas nuevas).
Magnesio: parte central de la clorofila, imprescindible para mantener hojas verdes. Su carencia produce amarilleo en forma de “V” entre las nervaduras.
Hierro, zinc, manganeso, cobre y boro: aunque en pequeñas cantidades, son vitales. Su falta causa manchas, deformaciones o detención en la floración.
Tip práctico: un fertilizante NPK 10-10-10 funciona como base universal. Pero si quieres precisión, ajusta el equilibrio según especie y fase (más nitrógeno para plantas verdes, más fósforo y potasio para floración).
Guía práctica: fertilizantes según la planta

Orquídeas
Requieren nutrientes muy diluidos, ya que crecen en sustratos aireados como corteza. Lo ideal es un fertilizante líquido con relación 3-6-6 o 2-4-4, aplicado cada 15 días en primavera-verano y una vez al mes en otoño-invierno.
Cactus y suculentas
Necesitan poca fertilización. Prefieren fórmulas bajas en nitrógeno y altas en potasio (ej. 2-7-7), cada 6–8 semanas durante la temporada de crecimiento. Un exceso de nitrógeno provoca tejidos blandos y riesgo de pudrición.
Plantas verdes de follaje (potos, helechos, drácenas)
Buscan mucho nitrógeno para mantener hojas frondosas. Utiliza un fertilizante NPK equilibrado con mayoría de nitrógeno, cada 20 días en época activa. En helechos, combina con micronutrientes de magnesio para evitar amarilleos.
Plantas de flor (anturios, violetas africanas, hibiscos)
Su punto crítico es la floración. Les va bien un NPK 10-30-20 o similar, con fósforo alto, aplicado semanalmente en dosis bajas durante el periodo de flor. Reducir en invierno.
Ficus, monsteras y grandes de interior
Por su tamaño requieren estabilidad. Lo mejor es un fertilizante granulado de liberación lenta NPK 14-14-14 enterrado en superficie cada 3 meses, complementado con fertilizante líquido en primavera para dar un empuje extra.
Fertilizantes específicos
Para tomates y hortalizas de fruto: con más potasio y calcio.
Para césped: ricos en nitrógeno, estimulan el crecimiento verde.
Para plantas de interior: formulados con menos sales para evitar acumulaciones en la maceta.
Para cítricos o frutales: equilibran floración y engorde de fruto.
Calendario de fertilización para plantas de interior
Primavera: es la fase de mayor crecimiento. Fertiliza cada 15 días con líquidos o cada 2–3 meses con granulados. Incrementa el aporte de nitrógeno.
Verano: sigue con la misma frecuencia, pero presta atención al calor. Riega antes de aplicar fertilizante para evitar quemaduras radiculares. Añade potasio extra para resistencia.
Otoño: reduce la dosis a la mitad. Las plantas empiezan a ralentizar su actividad. Aprovecha para aplicar un fertilizante con fósforo y potasio que fortalezca raíces antes del invierno.
Invierno: la mayoría de plantas entran en reposo. Suspende la fertilización salvo en especies que siguen activas bajo techo (ej. cítricos, algunas orquídeas). En estos casos, abona con dosis muy suaves.
A pesar de seguir un calendario de abonado, pueden surgir complicaciones. Identificarlas a tiempo es clave para solucionarlas antes de que afecten seriamente a la planta.